Investigar todas las cuentas, movimientos financieros, registros bancarios y de cheques, así como incrementos injustificados en sus patrimonios le pidió la Procuraduría a la Fiscalía en relación con dos nombres que han dado vueltas en el extenso y enmohecido expediente por el magnicidio del director de El Espectador Guillermo Cano Isaza , ocurrido el 17 de diciembre de 1986. Se trata de Luis Carlos Molina Yepes, ya condenado en este caso, pero con innumerables señalamientos insuficientemente investigados como cambista del cartel de Medellín; y el empresario Carlos Alberto Gaviria Vélez.
La petición del Ministerio Público busca darle impulso a un proceso que lleva más de 23 años dando tumbos, en donde el sicario fue acribillado por el mismo cartel de Medellín para no dejar cabos sueltos y los autores intelectuales pasaron de agache. Molina Yepes, por ejemplo, nunca fue investigado como una pieza clave del engranaje criminal de Pablo Escobar. John Jairo Velásquez, alias Popeye, lo admitió en mayo de 1994: “Todos cambiábamos cheques donde Molina”. Fue precisamente él el administrador de la cuenta del Banco de Crédito desde la cual se giraron los $3 millones y medio al asesino de Guillermo Cano.
No obstante, en desarrollo de las pesquisas, se encontraron cuentas en las que en tan sólo tres meses podían llegarse a mover casi $2.000 millones de la época, en distintos bancos como el Ganadero, de Crédito y Comercio, Industrial y Occidente. Su fortuna creció exponencialmente al tiempo que Pablo Escobar y su mafia sellaban negocios de droga y sangre. En este contexto es que la Procuraduría le solicitó al fiscal de este caso que realice un arqueo de las finanzas de Molina en la década de los 80, pues su patrimonio y los negocios conexos de propiedad raíz, cambio de moneda extranjera e industria de carnes, entre otros, terminaron apalancando el proyecto del cartel de Medellín.
De las indagaciones de sus cuentas apareció el nombre de Carlos Alberto Gaviria, primo hermano de Pablo Escobar, quien cruzó negocios con Molina. Una segunda cuenta del Banco Ganadero tenía como titular a Héctor Barrientos, nada más y nada menos que el gerente de la Hacienda Nápoles, de propiedad del capo. Carlos Alberto Gaviria fue quien referenció a Barrientos con el banco. Como si fuera poco, apareció en el expediente de Guillermo Cano una tercera cuenta a nombre de Gaviria Vélez. Con estos antecedentes, en marzo de 1988 el juez 33 de instrucción criminal, Luis Malagón, les pidió a agentes del DAS que llevaran a su despacho a Gaviria y Barrientos para que dieran sus explicaciones. Nunca, sin embargo, comparecieron ante la justicia.
En tres investigaciones, El Espectador ha documentado los lazos y negocios de estos dos sujetos con personajes como Gustavo Gaviria Rivero, primo y socio del capo, dueño del hotel Antaño en Medellín desde donde se hacía el periódico Medellín Cívico, con el cual se divulgaban las ideas de la corporación Medellín sin Tugurios, plataforma política de Pablo Escobar. Pero, además, en octubre de 2009 el periodista Daniel Coronell denunció que en una operación de inteligencia estadounidense, para cazar evasores de impuestos, se descubrieron una serie de cuentas en las que aparece Carlos Alberto Gaviria Vélez como titular y beneficiario de los fondos. Dichas cuentas sumaban más de US$4’700.000 y, de hecho, una de éstas habría sido compartida con su primo Gustavo Gaviria.
Hace más de dos años Carlos Alberto Gaviria, hermano mayor del ex consejero presidencial José Obdulio Gaviria, le dijo a este diario que es muy desafortunado que se hagan conjeturas en las que lo involucran en el caso de Guillermo Cano. “El estigma de Pablo Escobar nos va a acompañar toda la vida. No lo niego, lo conocí en mi infancia. Esto sucede porque soy hermano de José Obdulio, pues como decía Cochise, en Colombia la gente se muere más de envidia que de cáncer”. Más allá de sus explicaciones, o de las pocas que pudo dar Luis Carlos Molina, la Procuraduría está empeñada en que se indaguen sus patrimonios para esclarecer por qué aparecen en tantos episodios relacionados con el magnicidio.
Artículo publicado originalmente en el Diario El Espectador, marzo 12 de 2010.