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Hace 17 años entregamos el primer Premio Mundial de Libertad de Prensa Unesco/Guillermo Cano.
En todos estos años, hemos conocido la historia de hombres y mujeres que no dudaron en ofrecer su vida para que sus gobiernos respetaran uno de los principales derechos de la humanidad, como es el de expresar su pensamiento. Personas que hicieron todo lo posible porque pudiéramos hablar y escribir con libertad. Profesionales que se arriesgaron contando, acusando, alabando, criticando lo que consideraban que debía saber su pueblo.
Algunos, como quien da el nombre a este galardón, murieron en su valerosa tarea, otros siguen encarcelados y, a unos pocos, este premio les sirvió para conseguir su libertad.
Las valerosas acciones de los que han sido premiados han imposibilitado, por sobradas razones, dar reconocimiento a otra clase de méritos que, sin tanto riesgo, son fundamentales para preservar ese derecho de hablar con libertad.
Hoy quisiera mencionar manifestaciones de solidaridad y lucha incansable y persistente de personas y organizaciones que no cesan de alertar sobre situaciones inaceptables de violación a la libertad de expresión, y de dar la mano a quienes ven cercenado su derecho a expresarse.
El empeño de una organización como la Sociedad Interamericana de Prensa con su proyecto Impunidad, orientado a que no queden sin sanción los crímenes de periodistas sucedidos en el continente americano, es ejemplo de seguimiento, de memoria, de rastreo y de presión a todos aquellos que imponen sus poderes para que no se develen el nombre y las motivaciones de quienes atacan continuamente la labor de los periodistas.
También se hace digna de mención la reciente iniciativa de los periódicos colombianos, asociados a través de ANDIARIOS, en beneficio de sus colegas venezolanos, enviándoles el papel necesario para continuar su publicación, después de que el gobierno de su país les negara la adquisición de las divisas indispensables para adquirirlo. Fue emocionante ver la gran caravana de camiones que salió de Cartagena hacia varias ciudades de nuestro vecino país y el seguimiento que se le hizo para que al gobierno le resultara imposible negar la llegada de esta preciosa e indispensable materia prima hasta su destino final.
Quiero recordar, aun corriendo el riesgo de dejar por fuera tantas y tan significativas acciones que se dan cotidianamente en este mismo sentido, el impacto positivo del trabajo realizado por campañas como la de IFEX y el casi centenar de organizaciones asociadas a esta red global, que durante años han levantado su voz para hacer frente a los altísimos índices de impunidad en asesinatos de periodistas; con lo que se demuestra la capacidad de respuesta conjunta de quienes saben el valor que tiene para la sociedad el derecho a expresarse libremente.
Ojalá algún día el Premio Mundial de la Libertad de la Prensa Unesco/Guillermo Cano no encuentre un sacrificado más y pueda destacar acciones como las que acabo de mencionar que son ejemplo de solidaridad con los colegas que en cualquier parte del mundo necesitan apoyo para continuar en esa lucha por la defensa de los derechos humanos.
Hoy rendimos homenaje al periodista turco Ahmet Sik por su constante demostración de valor, por su terquedad en defender lo que considera justo, por su capacidad de enfrentarse a poderes que hacen todo lo posible por silenciar temas que les molestan como la corrupción, los abusos de los Estados o las violaciones a los derechos humanos. Nombres como el de Ahmet Sik representan al de muchos otros periodistas que están siendo perseguidos, encarcelados, sometidos a juicios irregularidades, presionados o asesinados por defender el valor de la palabra y la búsqueda de la verdad.
París, 2 de mayo de 2014
