Se puede decir que Anna Politkóvskaya es una hija de la guerra fría. En 1958, cuando los gobiernos de Rusia y Estados Unidos se preparaban para una eventual lucha armada, los padres de Anna -diplomáticos soviéticos que trabajaban con las Naciones Unidas- se encontraban en la Nueva York, y allí nació la periodista. Creció en Moscú, estudió periodismo en la Universidad Nacional de esa ciudad y se graduó en 1980.
Fundación Guillermo Cano
Su incursión al mundo de la información se dio en 1982, cuando ingresó al periódico Izvestia, un medio portavoz del Partido Comunista de la Unión Soviética. Tras 11 años en el diario del Estado, la reportera decidió renunciar y enrolarse en Obshchaya Gazeta, donde trabajó como periodista, editora de la sección de emergencias/accidentes y asistente del editor general desde 1994 hasta 1999.
Justamente en este año, 1999, comienza la verdadera labor periodística de Politkóvskaya. Después de trabajar en periódicos oficiales, y de cubrir las noticias con el velo del régimen, a Anna le fue encomendada una dura misión: cubrir para laNovaya Gazeta la segunda parte de la guerra en Chechenia, un conflicto que involucraba a las fuerzas militares de su país quienes pretendían recuperar el control de la secesionista República de Chechenia.
Anna Politkovskaya
Foto: Diario el País
Desde allí, Anna escribió muchos artículos críticos con esta guerra, condenando abusos cometidos por las fuerzas militares rusas, por rebeldes chechenos y por la administración chechena respaldada por Rusia y dirigida por Akhmad Kadyrov y su hijo Ramzan Kadyrov. A partir de una investigación y observación diaria, Politkóvskaya pudo conocer la vida de los ciudadanos chechenos y sus reacciones frente a la barbarie. En este lugar, también dio cuenta de las múltiples violaciones a los derechos humanos por parte de todos los actores en conflicto y de la brutalidad de un enfrentamiento en el cual miles de ciudadanos inocentes eran torturados, desaparecidos o asesinados a manos de las autoridades chechenas o federales.
Desde ese entonces, hasta el día de su muerte el 7 de octubre de 2006 cuando fue abaleada entrando a su apartamento en la capital rusa, Anna Politkóvskaya fue víctima de la censura, de agresiones y juicios arbitrarios que la llevaron a sentir miedo de ejercer su profesión. “Le daba miedo ejercer su oficio, viajar a Chechenia. Se había convertido en un trabajo doloroso, pero su conciencia profesional la impulsaba a superar su angustia. Nadie había notado que en siete años de trabajo en Novaya Gazeta se le había encanecido el pelo”, afirmó Viacheslav Izmaylov, periodista encargado de la investigación de su asesinato en entrevista al servicio de prensa de Unesco.
Como un homenaje a su valor y a su manera de entender el periodismo, Anna Politkóvskaya fue la primera periodista en recibir de manera póstuma, el 3 de mayo de 2007, el Premio Mundial de Libertad de Prensa Unesco/Guillermo Cano. El presidente del jurado, Kavi Chongkittavorn, alabó la “increíble tenacidad” de Anna Politkóvskaya, que la impulsaba a “continuar cubriendo la actualidad en Chechenia en momentos en que el mundo entero había perdido el interés en este conflicto”.
Parece que su crimen, al igual que todas las amenazas y la censura, también quedará en la impunidad. La semana del 28 de febrero de 2008, los tres implicados por el asesinato de la periodista fueron absueltos en una decisión polémica para la justicia internacional y nefasta para las garantías de los comunicadores en el mundo.
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28 febrero, 2007
Se puede decir que Anna Politkóvskaya es una hija de la guerra fría. En 1958, cuando los gobiernos de Rusia y Estados Unidos se preparaban para una eventual lucha armada, los padres de Anna -diplomáticos soviéticos que trabajaban con las Naciones Unidas